top of page
Foto del escritorActa Diurna

¿Llegó la hora final del periodismo por cuenta de la IA?

Por: Lizandro Penagos C.



Relata Osvaldo Soriano, el gordo maravilloso, en Artistas, locos y criminales (1983) que viajaban Charles Chaplin y todo el equipo cómico de Le Troupe desde Inglaterra a América y pararon en Argentina. Después del largo y extenuante viaje y mientras el trasatlántico atracaba en el puerto del río de La Plata, Stan Laurel –que fue durante un tiempo sustituto e imitador de Chaplin– le dijo al hombrecillo genial: “El cine acabará con los payasos”. Y Chaplin le respondió, categórico: “Sí, pero no con los artistas”. Ya todos sabemos la trascendencia del creador de Candilejas y el destino aciago de Stan & Ollie, El Gordo y el Flaco.


Traigo a colación las historia porque desde que la Inteligencia Artificial (IA) irrumpió en la vida digital de la humanidad hechizada por sus serpentinas, se le comenzó a vaticinar la muerte al periodismo. Ya lo dijeron los dueños del mundo reunidos en la cumbre mundial de Davos en Suiza, que en el más reciente Foro Económico Mundial enlistaron 10 profesiones que desaparecerán a futuro por cuenta de este software temerario.


Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2023, el periodismo es una de ellas, junto con los escritores, autores, revisores o correctores de estilo, editores, guionistas y copys publicitarios, para citar las más relacionadas con la producción de textos y contenidos. Además de contadores, analistas financieros, traductores y docentes.



Es probable –ratifica dicho informe– que en la llamada Cuarta Revolución Industrial muchas funciones de oficina o secretaría disminuyan rápidamente. Y Accenture, una reconocida empresa de servicios profesionales en el mundo, lo ratifica: el 40% de todas las horas de trabajo podrían verse afectadas por la IA, porque las tareas lingüísticas representan el 62% del tiempo total de trabajo de los empleados.


La buena noticia –y aquí vuelve y juega el periodismo– es que ese tiempo pueda invertirse en otras tareas. Si la IA agiliza procesos de organización de datos y escritura, que ese tiempo se utilice en más investigación y denuncia.


Claudia Báez, alma y nervio de Cuestión Pública, posteó: “La IA acabará con los periodistas, pero solo con los mediocres”. Y tiene mucho más que la razón porque, aunque con la IA se puede hacer arqueología de datos, se necesita humanidad para asociar, entender, descubrir y denunciar. Y más simple aún: con la IA se puede escribir una noticia, pero no existe todavía un software que reemplace el olfato periodístico y asigne un titular certero que estremezca a las audiencias y movilice las cajas registradoras del medio de comunicación.


No obstante, esa sensibilidad, ese valor humano intangible, esa suspicacia escondida, ese conocimiento oculto entre tazas de café y arrumes de lectura, no lo despacha una aplicación o un motor de búsqueda. Referirse a la inteligencia de datos es algo tan estúpido como hablar de teléfonos inteligentes. Pero bueno, la IA también carece de responsabilidad.


Lo que la IA entrega es rapidez y eso impacta, pues vivimos en un mundo arrollado por la pretensión de dominarlo todo y con el tiempo en esencia no ha podido. En muchos sentidos ya domina el espacio. El gran problema es que la inteligencia real –no la de los científicos y los programadores, sino la de la gente común y corriente– comience a afectarse, si es que ya no lo está.


Escasea entonces la empatía y el sentido común; y lo más grave, la posibilidad de vivir y sobrevivir sin estar conectado, sin depender de un aparato, que a su vez depende de la electricidad. Utilizar la IA sin desconocer los atributos humanos únicos, es tarea de todos.


Mauricio Cabrera en The Muffin, escribe la columna: “Tonto, no estudies periodismo”. Sobre la necesaria reinvención de la academia para impulsar nuevos medios y nuevos periodistas; y reconocer que se está haciendo mal la tarea.


Los ejemplos de oficios desaparecidos por cuenta de la tecnología son tan vastos como el desarrollo mismo de la humanidad, que no siempre redunda en progreso. Y no es una exageración, en términos estrictamente tecnológicos, el ser humano ha avanzado más en los últimos 200 años, que en los 2000 anteriores.


En el área del periodismo, cada medio le ha vaticinado la muerte a su antecesor, cosa que no solo no ha sucedido, sino que lo ha fortalecido porque obliga primero su adaptación y luego su transformación. Hoy más que siempre se necesita de un buen ejercicio del periodismo, donde la IA no sea una amenaza, sino una aliada, una herramienta. No que reemplaza, sino que complementa. Principios del periodismo, como la búsqueda de la verdad y la precisión, o la equidad y la imparcialidad, son innegociables.



Quien escribe prefiere adherir a la lo que respondió Noam Chomsky al New York Times el 8 de marzo de 2023: “Dejemos de llamarlo ‘Inteligencia Artificial’ y llamémoslo por lo que es y hace: ‘software de plagio’, porque no crea nada, sino copias de obras existentes, de artistas existentes, modificándolas lo suficiente para escapar de las leyes de derechos de autor. Este es el mayor robo de propiedad intelectual jamás registrado desde que los colonos europeos llegaron atierras nativas americanas”.


Tal vez por eso el periódico más importante y poderoso de los Estados Unidos corrió a demandar a Open IA y a Microsoft por infracción de derechos de autor, acusándolos de entrenar chatbots a partir de copiar ilegalmente sus artículos, que ahora le compiten al periódico. Negocios son negocios.


Le pregunté a Copilot: ¿Qué habría dicho Gabriel García Márquez sobre la Inteligencia Artificial? Y la respuesta, como de reina de belleza o político en campaña, me dejó tranquilo. No satisfecho, solo con esa serenidad imperturbable que tenemos los inactuales. Mi intuición me dice que usted correrá a preguntarle.

Comentarios


bottom of page