¿Estuvo la humanidad primitiva al borde de la extinción?
- Acta Diurna
- 19 feb
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Hace casi un millón de años, la historia evolutiva de nuestros ancestros dio un vuelco dramático. Diversos estudios genéticos han puesto de manifiesto que, en algún momento del Pleistoceno inferior, la población ancestral humana pudo haberse reducido a tan solo alrededor de 1.200 individuos con capacidad de reproducirse, un fenómeno conocido en la paleogenética como «cuello de botella demográfico»
Las investigaciones recientes sugieren que hace aproximadamente 930.000 años nuestros antepasados enfrentaron condiciones tan adversas que casi llevaron a la extinción del linaje que eventualmente daría lugar al Homo sapiens y sus parientes cercanos. Durante un periodo de unos 117.000 años, una población extremadamente reducida –del orden de 1.200 reproductores– tuvo que sobrevivir en un ambiente hostil, marcado por fluctuaciones climáticas drásticas y cambios en la disponibilidad de recursos. Esta drástica reducción pudo haber incrementado los efectos de la endogamia y, a la vez, intensificado la presión selectiva sobre el grupo, generando un escenario en el que sólo los individuos mejor adaptados lograron dejar descendencia.
Implicaciones Genéticas y Evolutivas
El impacto de este cuello de botella fue múltiple. En primer lugar, una población tan pequeña experimentó una pérdida significativa de diversidad genética, lo que se refleja en la limitada variabilidad observable en el genoma de los humanos modernos. Además, la reducción del acervo genético pudo haber favorecido la fijación de ciertas mutaciones –algunas de las cuales habrían sido beneficiosas para la adaptación al entorno cambiante–, y hasta facilitado la emergencia de nuevas características evolutivas. Algunos científicos sugieren incluso que este evento pudo haber sido un catalizador en la transición hacia especies posteriores, como el Homo heidelbergensis, que a su vez es considerado un antepasado tanto de los neandertales como de los sapiens.
Posibles causas y debate científico
Entre las hipótesis que se barajan para explicar este drástico descenso poblacional destacan los cambios climáticos extremos. El inicio de glaciaciones prolongadas y episodios de sequías severas pudieron haber reducido drásticamente los recursos disponibles y alterado los hábitats, empujando a los pequeños grupos de homínidos al borde de la supervivencia. Sin embargo, como advierten algunos expertos, la interpretación de estos datos sigue siendo motivo de debate. Algunas voces críticas señalan que la aparente escasez de fósiles en ese periodo podría deberse también a factores tafonómicos (relacionados con la preservación y el registro fósil) y no únicamente a un verdadero colapso demográfico.
Un legado en nuestro ADN
A pesar de lo catastrófico del evento, la resiliencia de estos grupos reducidos es un testimonio del poder de la adaptación. De aquellos 1.200 individuos sobrevivientes descenderían, a lo largo de cientos de miles de años, los más de 8.000 millones de seres humanos que habitan la Tierra hoy. Este episodio, lejos de ser solo una curiosidad paleontológica, proporciona claves fundamentales sobre cómo la evolución puede responder a eventos extremos y cómo, a pesar de las crisis, la vida siempre encuentra un camino para persistir.
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