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Biodiverciudades, ciudades del presente y del futuro

Por: Lisbeth Fog Corradine



Hablar de biodiverciudades no es un disparate. Pero tampoco es fácil entender el concepto. Según Naciones Unidas, en 1960 el 36% de la población mundial vivía en ciudades. En 2020, el porcentaje subió a 56%. Lo cierto es que hay una serie de preguntas sobre la relación entre la naturaleza y los humanos. ¿Lo urbano es gris y lo rural es verde? ¿Dónde está la biodiversidad en la ciudad?


Los citadinos en general se quejan del tráfico, del pavimento, de las construcciones, de las multitudes, del estrés. Pero hay indicios de biodiversidad en muchos rincones de las ciudades.


No solo se trata de ciudades del futuro, dicen María Angélica Mejía, quien fuera la coordinadora de la Iniciativa BiodiverCiudades al 2030 en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (Instituto Humboldt)―y que hoy se encuentra en Berlín (Alemania) como international climate protection fellow en la Misión Ciudades de la Unión Europea—, y Juan David Amaya-Espinel, de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana.



Ya existen ejemplos de ciudades que cuentan con proyectos y espacios en los que la naturaleza está presente y en cuyo centro gravita la vida.


Con el apoyo de varias decenas de coautores, Mejía y Amaya-Espinel recopilaron historias reales de algunas ciudades del mundo en la ruta a convertirse en Biodiverciudades. No son ciudades perfectas, pero sí con experiencias significativas, como aquellas construidas al lado de ríos que, en lugar de quedar convertidos en cloacas, reciben vida para su fauna y su flora, y se consolidan como reservas naturales clave para su conservación y para beneficio de la población.


O las que protegen históricas áreas verdes con altos árboles y frondosos arbustos que acogen aves de todos los colores y formas, siempre en la mira de los lentes de quienes disfrutan observándolas. Ciudades del mundo que conservan humedales y parques, otras que llenan sus techos y paredes de plantas, que diseñan biocorredores para el paso fluido de diferentes especies. Espacios que promueven la educación, la cultura, la economía, el turismo.


Biodiverciudades, ¿de qué se tratan?


En el libro BiodiverCiudades al 2030: transformando ciudades con biodiversidad, hay información convincente para cambiar la relación del ser humano con los demás organismos vivos que conforman la biodiversidad de las ciudades. “En la medida en que podamos habitar de manera sostenible estos territorios y conectarnos con los territorios vecinos de donde vienen los productos que demandamos, seguramente avanzaremos de una manera más clara en la idea de la sostenibilidad a escala de planeta y a nivel local”, afirma Amaya-Espinel.


Esto exige compromiso de ciudadanos y tomadores de decisión, entre otros. Por eso, algunos ejemplos surgen de la ciudadanía —o sea de abajo hacia arriba— y otros vienen de implementar políticas públicas —de arriba hacia abajo—. Todos son viables. “Generalmente, la gestión de la biodiversidad en ciudades se limita a la delimitación de áreas protegidas y, en el mejor de los casos, se les asigna presupuesto después de resolver otras necesidades”, explica Mejía.


Y si las prioridades de un alcalde o alcaldesa generalmente se concentran en acceso digno a salud, educación, agua potable, empleo y seguridad para su población, “lo innovador es que digan: ‘Queremos realmente ayudar a transformar nuestras ciudades y consideramos que la biodiversidad nos puede facilitar esa transformación y estar mejor adaptados al cambio climático’”, continúa. Eso es cambio.


Eso se conoció como la iniciativa Biodiverciudades: “No solo de Colombia para Colombia, sino de Colombia para el mundo. Es un aporte que hacemos a la necesidad de transformar trayectorias desde nuestro contexto altamente diverso, pero también urbano”.


Desde 2019, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Instituto Humboldt, principal socio de conocimiento de Biodiverciudades, lideraron la conversación para empezar a convencer a alcaldes y empresarios sobre el valor de la biodiversidad urbana. Hubo un importante impulso global gracias a la colaboración del Foro Económico Mundial, una Comisión Global de Expertos en biodiversidad urbana y varios espacios de capacitación y producción de herramientas de diálogo.


Ese proceso empezó a abrir sus propios caminos y, en 2022, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) se unió no solamente para que los alcaldes de América Latina conocieran el concepto, sino para que incorporaran esta visión en los proyectos que financia el banco en la región, y lanzaron la Red de Biodiverciudades de América Latina y el Caribe. “Hoy en día, más de 100 alcaldes de la región han levantado la mano para promover proyectos en sus ciudades que integren la biodiversidad”, dice Mejía.



La rueda de la Biodiverciudad


El Instituto Humboldt lleva más de 12 años promoviendo el concepto y la investigación para armonizar las ciudades con la naturaleza. Mejía y Amaya-Espinel hablan de cinco grandes apuestas que deben cumplir las ciudades para lograr un proceso de transformación. “Es una apuesta que se maneja desde la idea de la ecología, un proceso transformativo que lleve a un cambio en el régimen que existe hoy, donde haya interacción entre nosotros como sociedad y la naturaleza”, explica Amaya-Espinel.

¿Cómo transitar hacia las BiodiverCiudades? Y ¿qué elementos pueden permitir que una ciudad se dirija finalmente hacia modelos mucho más sostenibles de crecimiento y de seguridad desde el punto de vista del bienestar y la calidad de vida? Esto son los retos.


Biodiverciudades… ¿Y eso cómo se logra?


La biodiversidad urbana no está solamente en las áreas protegidas, en los parques, en los jardines. También está en la diversidad de especies que se encuentran en las plazas de mercado, “en la diversidad de conocimientos locales y campesinos y tradicionales asociados al uso de esas plantas”, explica Mejía.


Un proyecto de ciudad que considere la biodiversidad puede fortalecer la regulación del microclima urbano, el suministro de fuentes hídricas, la oferta de espacios para el esparcimiento humano. “La biodiversidad en áreas urbanas puede ser el camino de adaptación al cambio climático”, se arriesga a decir la investigadora y coautora del libro.


Y su colega Amaya-Espinel agrega: “La naturaleza parece la mayor oportunidad que podemos tener como sociedad para transformar realmente lo que puede ser un panorama totalmente gris y negativo, a uno posiblemente con mejores perspectivas de calidad de vida, de bienestar humano”.


Como se trata de incluir conscientemente a la naturaleza en la vida humana, una de las autoras invitadas a reflexionar sobre este tema, Juliana Montoya, de la Universidad Eafit, propone convertirnos en biodiverciudadanos “que piensan, sienten y hacen, o sea que participan activamente en darle forma a la calidad de la vida diaria y, consecuentemente, en coexistencia armoniosa con la diversidad de formas de vida”. Ahora el reto es para todos los lectores de este artículo.


Punto uno: que ocurra a partir del reconocimiento de la biodiversidad en el entorno urbano. “Es mantener biodiversidad dentro de las ciudades con múltiples condiciones de recreación, de purificación del aire, de regulación de la temperatura”, señala Amaya-Espinel.


Punto dos: “que las ciudades se vuelvan más competitivas, por ejemplo, con menos enfermedades, o que aprovechen la naturaleza para obtener ganancias a través de los empleos verdes”.


Punto tres: diseñar nuevos modelos de gobernanza efectivos que demuestren los beneficios de tener ciudades basadas en los recursos que provee la naturaleza para el bien común.



Punto cuatro: desde una perspectiva cultural, formar ciudadanos para los que sea natural compartir el espacio con las demás especies vivas ―un cambio de mentalidad sobre la forma de sentir y vivir compartiendo―.


Punto cinco: promover los lazos entre lo urbano y lo rural.


En la base de estas cinco apuestas está la planificación de la ciudad incorporando ecosistemas habilitantes:


1. Planificación espacial que integre a la naturaleza.

2. Financiación de naturaleza urbana.

3. Medición del estado y las tendencias de la biodiversidad.

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